POR STAFF
En el municipio de Atlixco, Puebla, una de las tradiciones más impactantes del Viernes Santo se mantiene viva, aunque con menor participación: hombres caminan por las calles con los ojos vendados, cargando cadenas de hasta 31 kilos y con trozos de cactus clavados en brazos y piernas como forma de penitencia religiosa.

🔗 Una tradición de fe… que se debilita
Esta manifestación de fe, que cada año atrae a cientos de personas como parte de las celebraciones de la Semana Santa, ha visto una notable disminución en el número de penitentes. Mientras en el pasado participaban más de 100 personas, hoy apenas se suman unos 35.
Organizadores y vecinos atribuyen esta caída a una pérdida de fe entre los jóvenes, quienes consideran que el acto de penitencia es demasiado exigente. Además, la identidad católica en México ha venido a la baja: en 1990 más del 90% de la población se consideraba católica, pero para el censo de 2020, esta cifra cayó al 78%.
🗣️ “El castigo es muy duro”
Vicente Valbuena, un empresario local de 68 años, explicó: “Los jóvenes están perdiendo la fe. Además, el castigo es muy pesado”.
A pesar del sufrimiento físico que implica, quienes participan afirman que lo hacen como acto de agradecimiento, perdón o promesa cumplida, en un evento que mezcla espiritualidad, sacrificio y cultura popular.